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miércoles, 28 de julio de 2010

Los Otros

Golpeé la compuerta una sola vez, ni siquiera lo suficientemente fuerte como para amenazar un daño. De inmediato una pared cayó en el pasillo detrás de mí y me vi encerrado. Confundido, traté de empujarla y descubrí que no había caído sino que había bajado y estaba firmemente aferrada al suelo. No paso mucho, la compuerta se abrió violentamente y se asomaron desde la sombra los cañones. “¡Humano en la Puerta!” oí gritar en el fondo y repentinamente una oleada de soldados se abalanza sobre mí. No llegué a decir nada, aún estaba muy asustado y entonces todo se pone oscuro.

Desperté horas mas tarde sobre los restos de un colchón. Me dolía la cabeza, pero no como si me hubiera enfermado, sino como si me hubieran golpeado, que seguramente eso habían hecho.

- Nombre – me solicitó una voz desconocida.
- Kuhn – dije fuerte – 5M06, División Manzana
- ¿De donde vino? – preguntó otro que no llegué a ver.
- Del sur. Mi frente fue atacado. No estoy seguro de que pasó. Traté de reagruparme en una base cercana, eran las indicaciones de mi división. Encontré esta. Una vez reunidos varios tenemos que volver a Barum Eehz.

Sentí de golpe un cambio de clima. Las pocas caras que pude ver cambiaron rotundamente su expresión. De una seriedad intimidante a una especie de melancolía compasiva. Y entonces, cuando uno de ellos tuvo el coraje de explicarme, primero preguntó:

- ¿Cuánto tiempo estuvo buscando esta base?
- Unos dos días, desde el ataque. – y yo también me animé a preguntar lo incuestionable- ¿por qué?
Juntaron el valor de decirlo en voz alta, porque no era solo decírmelo a mi, era decírselos a ellos mismos.
- Barum Eehz fue destruida hace 36 horas. Deihl, Urba y Uruk también. No sabemos si no hubo más ataques. El enemigo alcanzó los blancos desde el aire. Usaron un nuevo…un viejo tipo de arsenal. Potencial nuclear. Se adentraron en los restos, son inmunes a la radiación. El enemigo está ganando.
- ¿Quién es el enemigo?

Meses antes, no se cuantos, pero fueron meses, en Deihl. Estaba por cumplir mi 10º año en servicio. Riz me había designado comandante. Deihl era fácilmente la mayor ciudad de la tierra para entonces, pero ese título variaba constantemente. En perspectiva, era muy poderoso subirse a la Torre Prima, ver desde arriba la metrópolis y entender que allí vivía el 25% de la humanidad, o 26% dependiendo de la época.

Un día Riz nos llamó al cuartel. Por seguridad, los cuarteles quedaban en las afueras, entre los muros exterior e interior. Nos contó que él, a su vez, se había juntado con el comando central de la ciudad y que ellos a su vez habían tele-conversado con los comandos centrales de Barum y otras ciudades. Solo cuando dijo eso se escuchó a Zan en el fondo decir confiado “la guerra de las ciudades terminó”. Riz nos contó que habían hablado.

Los gobiernos simplemente habían admitido un problema que los ciudadanos siempre conocimos y que los militares dábamos por obvio. Los ...“otros” estaban atacando y se habían vuelto una amenaza para la subsistencia humana general.

Me puse a pensar en lo que había dicho Zan. Durante siglos las ciudades habían peleado entre ellas por cuestiones territoriales o diferentes, desde el éxodo de Farrokh. Pero hasta mi abuelo ya sabía que existían otros seres inteligentes en el planeta. Nadie se ocupó entonces de entender que eran, estábamos muy ocupados en la guerra de las ciudades, como bien dijo Zan. No fue incluso cuando mi padre tuvo que pelear y morir contra estos “otros”, ni siquiera ahí se los consideró una amenaza. Recién entonces, cuando el daño era casi irreparable se lo entendía como daño. Pero esa resultó ser la historia corriente de los humanos en la tierra.

Zan estaba muy conciente de esto. Riz lo escuchaba, fue uno de los principales impulsores, siempre de ir a la guerra contra los otros. Nos había indicado buscarlos cuando tuvimos la oportunidad, había aprendido lo que pudo de ellos. Pero no pudo mucho. Ese día, finalmente, la guerra de las ciudades acabó como muy indiscretamente dijo Zan, interrumpiendo a nuestro General. Riz siguió contándonos lo resuelto.

Efectivamente la humanidad se estaba refugiando en sus antiguas alianzas y de una vez por todas estábamos actuando como un solo ejército. Nos dio una explicación acelerada de lo que se sabía del enemigo. Esta raza extraña habría aparecido en la Tierra hace siglos, posiblemente resultado de mezclas de productos industriales en los mares.

De todos modos, la especie que había visto mi abuelo corriendo en las mesetas posiblemente ya no existiera. Evolucionaban rápido, muy rápido. En cuestión de generaciones se habían adaptado a los varios climas de la tierra, pudiendo avanzar en todos los territorios y eventualmente comenzaron a competir en recursos con los humanos. Más aún, se sospechaba que los últimos descendientes se habían vuelto inteligentes.

Los científicos de Uruk habían entendido todo. Eran los laboratorios más avanzados del planeta. Se decía que estaban investigando una forma de seguir el éxodo de Farrokh, pero aparentemente no era así.

No tenían especímenes para analizar, nunca pudieron capturar uno. De todos modos, pudieron formular sus hipótesis en base al comportamiento y a la evidencias. Zan las llamó “encuentros de 1º tipo”, no se porqué. Los llamaron Laika-Bielo en honor a sus alegados descubridores. Estaban realmente evolucionando, pero su reproducción era ridículamente rápida y las mutaciones eran muy poderosas. De ahí era que obtenían sus adaptaciones y de ahí es de donde encontramos una debilidad.

Mientras la atención a Riz disminuía en el salón, seguramente porque no muchos de nosotros entendíamos la teoría de la evolución además de Zan, Riz recuperó al público rápidamente. Nos dijo que había una oportunidad de destruirlos. Podía salir bien o mal, si salía mal volveríamos a la vida a la que estábamos acostumbrados y seguramente perderíamos algunas vidas, nos advirtió. Mas si salía bien los monstruos no iban a ser más una amenaza. Nos dijo eso, pero no nos dijo cual era la oportunidad. Con muy mala gana nos dijo que no estaba autorizado para divulgarlo aún.

Unas semanas después de eso ya tenía el rango de teniente, que en Deihl era el anterior a general. Hubo una reunión general de tropas, como nunca se habían juntado todas antes, tuvimos que reunirnos en la plaza central, por lo que había además varios civiles. Activaron las pantallas y aparecieron los rostros de nuestros viejos enemigos. Los comandantes de todas las ciudades de la tierra, salvo el de Deihl, que estaba parado en un escenario precario.

Su ventaja es la mutación, también será su debilidad” decían los subtítulos en la pantalla de Zion. Y pasaron a explicar la situación. Efectivamente, el Homo Sapiens Sapiens ya no era la única especie inteligente del planeta y por lejos había dejado de se la dominante, eso habría ocurrido hace casi 500 años, ya lo sabíamos pero nos costaba trabajo recordarlo. La sorpresa fue que no había ahora dos razas inteligentes, sino tres.

Si bien la mutación les había proporcionado la eventual adaptación a diferentes medios, se habían diversificado en dos grupos específicos, muy apropiadamente llamados Laika y Bielo. El plan militar era simple, entendiendo supongo por experiencia que dos razas inteligentes no pueden coexistir, la misión sería generar un enfrentamiento entre ellas, peleando los humanos para ambos bandos.

En las varias semanas subsiguientes se realizaron diferentes misiones para conseguir negociaciones con los otros. Finalmente, a Deihl le tocó pelear con los Bielo, por lo que eventualmente tuvimos una reunión de bandos. Yo estuve ahí. Estábamos reunidos los tenientes y generales y por supuesto el Comandante Central en un fuerte fuera del muro exterior. La reunión estaba asediada por dentro y por fuera por soldados.

Entonces se abrió la puerta y de entre la niebla del exterior caminaban 20 solados hacia atrás, apuntando al suelo. Una ronda en otra ronda de hombres apuntando a un centro extraño. El Comandante entonces ordenó desplegarse y lo vi. Una serpiente enrollada sobre si misma, don dos patas de gallina apoyadas sobre el suelo y en la otra punta una enorme cabeza de cucaracha con ojos compuestos. Su piel era suave, sin ninguna irregularidad, y sus ojos negros y grandes. Se le arrojó un lápiz y comenzó a escribir. Había aprendido nuestra lengua, propuso estrategias nunca antes vistas, anticipó respuestas y oraciones. Eran definitivamente inteligentes.

En paralelo, los generales le comentaban a sus divisiones las estrategias del combate. Habría varios focos en varias partes del mundo y por supuesto, sería un ataque sorpresa. En los enfrentamientos iniciales se enfrentarían los otros y eventualmente los humanos pasaríamos a atacar directamente desde ambos bandos.

La idea era convencer a los otros de que sería una batalla decisiva y que enviaran a sus mejores cuerpos. En efecto, los humanos enviaríamos a nuestros mejores cuerpos y sería una batalla definitiva. Teniendo sus mejores arsenales en esas batallas, cuando las personas comenzaran a insertar los puñales en la espalda, los otros perderían a la mayor parte de sus ejércitos. En los días subsiguientes el bando humano atacaría las demás bases enemigas y en cuestión de semanas las dos razas estarían extinguidas.

Finalmente llegó el día del enfrentamiento. Las últimas instrucciones de Riz fueron de precaución. Nos advirtió que si el enemigo pudiera sobrepasar la ofensiva, deberíamos retirarnos a bases cercanas ocultas para reagruparnos y nos indicó donde estaban. A nuestra división le tocaría enfrentarse a una de Barum Eehz ya que la ciudad estaba en las cercanías, por lo que luego deberíamos volver allí. Nos deseó suerte.

Fue a la mañana, el cielo estaba gris. Nos encontramos con el comando Bielo. Si alguien alguna vez dijo “la fuerza está en la unión”, los Bielo eran un buen ejemplo. Más pequeños que los humanos, pero se comportaban en definitiva como un solo cuerpo, como las langostas si es que alguna vez existieron. Pero no era preocupante, nosotros teníamos suficientes armas para destruirlos a todos.

Comenzó la batalla al mediodía. Los Bielo avanzaron primero y se enfrentaron directamente a los Laika. Barum Eehz esperó pacientemente. Pocos minutos después dieron la señal y comenzó la traición. Los Laika estaban confundidos, pero los Bielo entendieron rápido. Aún así, no les fue suficiente. Y entonces pasó.

Escuché un estruendo. Muy fuerte, como si tocaran un tambor gigante. Zan gritó en el fondo y nunca volvió a gritar. Fui a ver que ocurría. Una figura se acercaba desde el norte. Parecía un hombre. Comenzó a disparar a diestra y siniestra contra todos. Todos, Laika, Bielo y Humano. Y hubo más y más. Miles de figuras avanzaron desde el este adentrándose en el campo de batalla. Corrí hacia donde pude. Los Bielo corrían conmigo y fueron quedando atrás. Tropecé y sobre mí fueron tropezando. Sus cuerpos escurrían sobre mí. La sombra de un hombre fue luego colocando cerca cuerpos humanos. Riz incluido.

Horas después escuché el silencio. Horas después del silencio salí. Discretamente me fui ocultando entre piedras y barro buscando la base que me había indicado Riz.

- No sabemos. No son de los nuestros, pero están en todos lados ahora. Se adentraron en las ruinas de las ciudades y están desocupando bases. No podemos comunicarnos, interfirieron todas las frecuencias. Nadie responde.
- Y ahora pueden averiguar que estamos acá- dijo otro – con tu entrada revelaste nuestra ubicación, Deihl.

En los días siguientes nos resguardamos en la base, moviendo cuidadosamente el dial. Teníamos alimento para todo un ejército que nunca llegó, por lo que estábamos bien preparados, aunque sabíamos que algo podía toparse en nuestra puerta en cualquier momento. No tuve mucho contacto con la gente de esa base. Eran Barum Eehz, no nos llevábamos bien de por si y además había arriesgado la vida de todos. Nunca supe el nombre de nadie.

Un día uno de ellos trajo un mensaje recibido por clave Morse. “A todos los seres humanos, transmitimos este mensaje a sabiendas de que está siendo recibido también por el enemigo. Todos los sobrevivientes tenemos una oportunidad, preséntense en éstas coordenadas indicadas en las próximas 26 horas. El tiempo nos juega en contra, así que si no se presentan en el tiempo indicado, no podremos ayudarles.

No sabíamos si confiar en el mensaje o no, pero de todos modos debíamos escapar de la base tarde o temprano. No había ningún lugar seguro en el mundo, por lo que daba lo mismo confiar o no en la señal. Sin tener otra alternativa mejor, decidimos ir. Las coordenadas indicaban un fuerte en la antigua Ho Chi Ming, un área en disputa comandada por Uruk. Tardamos un día preciso en llegar. Esperábamos encontrarnos con una enorme multitud, pero solo encontramos a unos cientos.

Dentro del fuerte nos informaron los detalles. Finalmente, los científicos de Uruk habían cumplido su cometido, habían encontrado la forma de continuar el éxodo y ese era en esencia el plan. Esta vez no tendríamos la oportunidad de adentrarnos en las estrellas, nos albergaríamos en la Luna que a esta altura no tenía un clima muy distinto a la Tierra.

Abordamos la nave. Me encontré al lado de un sujeto que resultó ser un Uruk.
- Es triste- me dijo – todos los acá presentes somos el 25% de la humanidad
- ¿Qué va a pasar con el resto?
- No hay forma. O nos salvamos nosotros o no se salva nadie. No podemos esperar más.
Me sentí casi obligado a preguntar y sabía que siendo un científico o al menos un habitante de Uruk me sabría responder.
- ¿Quién es el enemigo?
- Máquinas – respondió seguro- son máquinas inteligentes. Evolucionaban por ensayo y error. Probaban nuevos modelos en el ambiente y se iban actualizando, remodelándose, cubriendo fallas y agregando utilidades efectivas. Funcionaban en red, como un solo gran cerebro. Y nos vieron como amenaza. Inventaron a los Laika y a los Bielo y la guerra y todo para atraparnos. Y exterminarnos.

Tardé mucho, mucho tiempo en entender la mitad de las palabras que me dijo. Por el momento entendí una cosa segura, habíamos perdido. Despegamos y vimos a la gente que se reunía alrededor del fuerte. Para el tercer día en el espacio supongo ya nos habíamos convertido en toda la humanidad.

Ningún general ni comandante central sobrevivió. Como alguna vez había tenido un rango alto, hablé con los pilotos. No tenían precisamente un plan, ya no respondían a un gobierno central. El día que llegamos a la Luna nos juntamos y les dije “la guerra terminó”. No habría más generales ni tenientes ni ciudades. No habría más bandos ni alianzas, ni banderas ni fronteras.

Instalamos hace 13 años una base en la Luna, Selene. Aprendimos luego de casi 800 años de guerra como repartir equitativamente los recursos. La ciencia ya no se usó en para matar más rápido o más efectivamente sino para morir más lentamente. Los robots de la Tierra dejaron de considerad a los humanos una amenaza y nunca subieron a la Luna. Estamos cubiertos por su sombra, en el lado oscuro. La luna siempre estaría llena y el cielo siempre sería negro de ahí en adelante.

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