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viernes, 24 de septiembre de 2010

Avatar

(No confundir con la película de James Cameron, "Avatar". Tampoco con la sensacional serie de dibujos animados "Avatar: La leyenda de Aang")

El 9 de septiembre de 2009, Eugenia Tenzin fue alcanzada por una bala anónima en una manifestación sobre la plaza Republica de la India. Más tarde esa semana, el cuerpo de Eugenia fue enterrado en un féretro en las afueras de la ciudad, cerca del campo, en el mismo cementerio que sus antepasados.

Dos años después, como resultado de la humedad del suelo, la madera del cajón se deshizo de a poco en la tierra, formando un agujero en la base. Desde ese hoyo, un grupo de gusanos entró y comenzó a devorar los restos putrefactos de la difunta. Estos gusanos, habiendo comido, siguieron con su vida.

Unos pocos días después, un joven gusano emergió de ese mismo suelo para alimentarse de la hoja de un césped. Pero, por mala suerte, una hornera lo vio y aprovechó la oportunidad para alimentarse. Luego, volvió a su nido. Al ver que su primer huevo había eclosionado, regurgitó para dar de comer al polluelo.

Unos tres años después ese pichón ya era un pájaro formado que surcaba por el cielo. Migraba, como era habitual en su especie. Un día importante, cuando volaba sobre una granja inglesa. Dio la casualidad que el granjero le enseñaba a su hijo a usar el rifle, algo muy útil en una granja. El pobre hornero se desplomó de inmediato al recibir el disparo. Sus restos se perdieron en la tierra.

El pequeño decidió no tener que matar nunca a un animal. Al crecer heredó la granja y la convirtió en un plantío de manzanas. Claro que, para ello, debía plantar las manzanas en la tierra, en esa misma tierra donde había caído el hornero. Los árboles tardaron mucho en crecer, pero unas cuantas primaveras después ya todos podían cosecharse.

El granjero Newman, una década después, recibió la noticia de que su mujer estaba embarazada. Felices, caminaron por las hileras de manzanos toda la tarde. El granjero aprovechó para contarle a su mujer una anécdota sobre su padre y el rifle y el pájaro. Estimó ese día que el pájaro debió haber caído donde ahora estaba el árbol más grande de la granja. Tomó con orgullo una fruta de ahí y se la dio a su amada.

Después de unos 35 años, Eugenia Newman se despidió de sus padres y partió de la granja para probar suerte en la ciudad. Después de un viaje de unas horas, llegó a la Terminal de Ómnibus. Corrió hasta la plaza Republica de la India, cerca del monumento a Eugenia Tenzin, se sentó en un banco y dijo tranquila:
“Al fin, tanto tiempo”

4 comentarios:

Anónimo dijo...

la primera reaccion que me causo este cuento fue una sonrisa. muy lindo

andibadia dijo...

uau. que curioso

Andy dijo...

un poco extraño diría yo, en momentos hace que quieras irte, pero bueno en su conclusión...

Anónimo dijo...

Que hermosa es la ley de Lavoisier (la conservación de la masa).

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(Contando desde las 18:14 del 3 de mayo de 2010...un poco tarde)