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miércoles, 29 de diciembre de 2010

El Primer Libro de las Épocas

Primera Época

El Nacimiento de Bommi

En el principio, Faraok creó el mundo y vio que eso era bueno. Siendo así, lo pobló con vida animal y vegetal. Viendo que funcionaba, hizo uso de su propia conciencia y lo pobló también con humanos. Pero en vistas de que los humanos no podían habitar y comprender el mundo por si solos, como los animales o las plantas, Faraok bajó al mundo para enseñarle a los humanos a vivir en el planeta que había creado.

Incapaz de quedarse, teniendo que viajar por el cosmos a asistir otros mundos, Faraok creó a los Dioses para que educaran a los humanos. Así creo a Lema, Zen, Devon y Won.

La Traición

Pero los Dioses traicionaron a Faraok y trataron de apoderarse del mundo que él había creado, creyéndolo solo para ellos. Solo Zen siguió fiel a su creador y lucho por mantener al mundo como Faraok lo había encomendado.

Zen lucho contra los Dioses restantes para arreglar el orden que se había roto y tratando de eliminar los males que habían esparcido sobre el mundo. Uno por uno y con la ayuda de los humanos fieles a Faraok, Zen pudo recuperar las tierras para el hombre. Faraok entonces habló por última vez:

El Mandato

Tu eres Zen, hijo de Faraok, tu gobernarás con mi ley y tu voz los pueblos libres de Bommi, este mundo.”

Y Zen respondió:

¿Hay otros reinos en Bommi donde los otros Dioses hayan encontrado refugio?

Y Faraok respondió:

Ninguno más allá de este Valle por donde fluye tu río, Zen, este es tu pueblo ahora. Más allá de las montañas perecerá Devon y su lengua maldita que tanto daño han hecho a este mundo

Y así, Faraok abandonó Bommi y dejó a Zen como su sucesor, y le dejó las leyes para gobernar y habitar el mundo. Y así será hasta que Faraok regrese nuevamente cuando los humanos lo necesiten y estén listos.

….
Segunda Época

Pero más allá del Valle, los demás reinos crecían indiferentes. Los reinos fuera del Valle habían sido visitados por Zen luego de la traición. Su paso fue purificador, suficiente para que expulsara al Dios que gobernaba la región, cuyo nombre la historia ha olvidado y emplazara en su lugar a su fiel vasallo Purtpul. A Purtpul no le llegaron las Leyes de Zen como a los reinos del interior. Solo hizo lo que su amo le ordenó, obedecer y esperar. Pero como Zen nunca volvió, debió empezar a gobernar como pudo, convirtiéndose en el primer reino de los humanos, o al menos eso creía él.

Por El Mandato, ningún humano debería salir del Valle y las leyendas crecieron sobre que en las afueras aún caminaba Devon, por lo que ni Zen ni ningún Zentopiano cruzó las montañas en eones. Pero los Dioses no acatan los mandatos de los humanos y casi nunca los mandatos de otros Dioses. Devon ya había desafiado el primer mandato de Faraok y lo haría de nuevo. No se sabe cuando, pero se sabe que durante el reinado faustuoso de Zen, Devon ya habitaba como uno más de los siervos de Purtpul.

Devon, utilizó su poder y su influencia maligna para corromper las mentes de los habitantes. Tanto así que llegó a convertirse a un consejero del sino Purtpul, su sucesor o el sucesor de su sucesor. Devon, instruyó a los Purtpurios en el uso de su magia negra, dándole un poder impensable a su primitivo país. Soles que brillaban aún de noche, fuegos tan ardientes que impulsaban cuerpos enteros hacia el cielo, tierras grises que al formarse quedaban más duras que las montañas.

En la medida que Devon fue transmitiendo su conocimiento a los humanos, fue perdiendo su inmortalidad, del mismo modo que Zen por haberlos reinado. Así, en su último fuerzo, desplazó sus últimos conocimientos en libros que solos sus más oscuros séquitos entendían y guardaban.

Y así, poco después de Zen y sin que ninguno de los dos se enterara, Devon abandonó Bommi para nunca volver. Su legado, la Biblioteca Negra, desapareció junto con sus seguidores, ya que el último nieto de Purtpul en un acto de razón y recordando el antiguo legado del Rey muerto, decidió perseguir y expulsar a los Discípulos de Devon de su tierra. Trató el nuevo rey de compensar el mal que su abuelo había hecho, pero no deshizo los artilugios que Devon había construido.

Y así fue como, mientras la mayoría de ellos se perdieron en el mar, unos pocos decidieron violar una vez más los mandatos sagrados y se encabezaron hacia una tierra sagrada. Sabían estos pocos que Zentopía aún los aguardaba.

Décadas, casi siglos después de la Traición, no quedaron más Dioses sobre la Bommi. Solo quedaron los humanos y las descendencias de los Dioses. El poder de Faraok se había finalmente desvanecido, pero el legado de Zen seguía presente. Zentopía había crecido más allá del primer asentamiento para ser la ciudad más grande del Valle, pero su influencia sobre los reinos vecinos se había lentamente corroído. Si bien Invadirá, Neemesia y los demás pueblos del Valle continuaban aún bajo las leyes de Zen, tal como las había dejado instauradas luego de la Traición.

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