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domingo, 27 de septiembre de 2009

Hijo

Hacía unos 35 años se había agazapado sobre el país una enorme oscuridad. Ese año, en algún momento de julio, un régimen ultra-autoritario se había apoderado del gobierno y comenzó una ola de represión masiva sobre la inocente población.

Julio sabía bien esto, no solo lo había estudiado miles de veces, sino que su trabajo dependía de eso. Era ahora director de una agencia de derechos humanos, que se dedicaba a buscar a las victimas más perjudicadas por ese golpe.

Las fuerzas golpistas fueron dirigidas por Jorge Giuliani. Giuliani derribó la democracia con balas, pero las destruyó con palabras. Si el pueblo no se había levantado contra él es porque él convenció al pueblo de lo contrario. La consecuencia sería la desaparición sistemática de una parte importante de oídos silenciados.

Julio siempre tuvo un interés profundo en ese tema, porque ese tema, esa constante de la sociedad actual, lo incluía a él. Fue encontrado en una guardería cuando a penas tenía 1 año de edad. Después de un tiempo, fue adoptado por una familia judía y lo nombraron por el mes en que lo encontraron.

La asunción de Giuliani como líder de la dictadura no era casual. Desde los primeros años de su adolescencia desarrolló un fuerte desprecio hacia varios miembros de la sociedad, discriminando a sus compañeros por judíos o militantes políticos opuestos a sus ideas. Su habilidad como militar y como orador lo hizo destacar en las filas y cuando sucedió el golpe, no había mejor opción.: Era el hombre perfecto.

Cumplidos los 16 años, Julio era ya un hombre formado. No solo su largo pelo castaño cubría prácticamente toda su cara y cabeza, por dentro de ésta también se producían cambios importantes. El joven comenzó su carrera política a esa edad, militando en partidos y organizaciones de derechos humanos.

En los 10 años que duró, desde la asunción de Jorge Giuliani hasta que fue depuesto y encarcelamiento por la Revolución, la dictadura capturó a más de 100.000 personas en sus campos de reclusión. Entre estos tantos, miles de mujeres, de entre ellas cientos de embarazadas y dentro de éstas, hijos del pueblo tomados como propios por los represores.

Julio comenzó a participar fervientemente solo a partir de los 16 años, porque fue entonces que supo la verdad. Sus padres adoptivos sabían que hasta entonces no estaba listo para saber la verdad cruda. Entonces Julio se prometió luchar por una causa que consideraba justa, la aparición de sus padres (quienes fueran) y el encarcelamiento de sus asesinos. Quería saber quienes eran, quería saber quien era él.

Giuliani fue depuesto quizás demasiado pronto y muchas preguntas quedaron sin respuesta. Los presos fueron liberados así como los represores fueron encarcelados. Se inició claro, la gran campaña para la búsqueda de los hijos perdidos, en manos ajenas. Pero habían quedado bebés en las guarderías clandestinas que, en principio, no podían ser identificados.

Julio era un militante de un partido pequeño que vivía en la dictadura. Vivía ahí, porque su trabajo lo forzaba a investigar y recorrer los lugares donde el horror había ocurrido. Conocía prácticamente todos los casos de todos los desaparecidos y cada vez reconstruía una nueva historia. Pero nunca daba con la suya. La historia de su vida era buscar la historia de su vida.

Giuliani llegó a ser apreciado por sus pares militares. El ejército era un ambiente que, aunque poderoso, se aislaba de la sociedad general dando al surgimiento de criaturas como él. Los cadetes lo admiraban casi devotamente y habrían hecho cualquier cosa que les ordenaba, como finalmente pasó. Aún así, rodeado de gente que lo respetaba, Giuliani nunca mostró verdadero aprecio o satisfacción por estar con otros seres humanos. Es sabido que de haberlo querido lo habría demandado, si es que no lo hizo.

La historia de Julio se hizo popular en el pequeño partido. Los altos líderes sabían que necesitaban ganar popularidad en las masas y usaron su conmovedora vida para llamar la atención. Entonces Julio triunfó se hizo sentir en los corazones del pueblo, sobre todo en uno particular. Finalmente terminaron albergándolo en su seno y de paso al partido ya no tan pequeño.

Luciana nunca conoció a sus padres tampoco. Era otra legítima víctima del horror. Tuvo que vivir su vida en un orfanato hasta que tuvo edad para trabajar. Decidió ser enfermera, para ayudar al prójimo con lo poco que sabía. Trabajar la llevó a conocer gente y sindicatos. Y los sindicatos la llevaron a los partidos y los partidos a Julio.

Con Julio el pequeño partido, siempre excluido de las grandes políticas empezó a ganar terreno. Tanto así que se rumoreaba de postularlo a él de candidato a Presidente. Su propuesta era su historia, que lo había llevado hasta ahí. Era el candidato ideal.

Luciana y Julio se encontraron, según ellos de milagro. Y encontraron el milagro del amor. El amor llevó al cariño y al cuidado mutuo. Pero fue ella quien llevó a Julio al hospital, para hacerse uno de los recientemente inventados exámenes genéticos.

Giuliani fue mucho más cruel con las mujeres que con los hombres. No siempre fue tan marcada la diferencia, solo al verdadero final del terror. Muy en el final, casi en el último año, el número de victimas mujeres se quintuplicó. Si eran embarazadas era peor, eran encerradas de por vida. Algo tenía con las mujeres Giuliani.

Julio ya no necesitaba saber su historia verdadera. Buscar su historia lo había llevado a crear su propia historia, la historia del huérfano que se convertiría en presidente. No era necesaria una nueva historia, otra historia. Así que, decidió no decirle a nadie del partido. A nadie más que a Luciana.

Giuliani hizo muchas cosas terribles, pero solo se arrepintió de una. No de una muerte, si no de una vida. En uno de sus campos había una mujer. En esa mujer, había un Giuliani. Entre ellos había un secreto, pero el secreto por alguna razón se perdió como tantas otras cosas en estos tiempos oscuros, hasta que alguien que buscara la verdad lo encontrara.

Julio no quería creerlo, pero no podía evitar pensarlo y descubrir que era cierto. Luciana le trajo los resultados que revelando la verdad, hundieron su verdad. El huérfano, el futuro presidente y el amor de Luciana se fueron y llegó Julio Giuliani. La historia que lo había convertido en un hombre importante y casado, era falsa. El partido quizás no lo sabría aún, pero lo sabrían por Luciana, que quedó tocada por la noticia.

Fue casi inmediato, cuando se supo la noticia el Partido eligió a otro candidato, con otra historia que se hizo cada vez más popular. Fue menos inmediata la separación con Luciana, pero al cabo de un tiempo simplemente no pudo vivir con él. Julio siempre había sido lo que veían en él. Y ahora, ¿Quién era él?

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