
“Nunca le digas a una mina ni que está gorda… ni que está flaca, porque implica que estaba gorda”, me dijo mi primo cuando le pedía consejos para trascender. Es claro que las mujeres están pendientes de su estética física constantemente y en mayor escala que los hombres (sea por el motivo que fuere y sin hacer ninguna otra distinción). Implica por supuesto que a las mujeres les interesa e incluso preocupa mantener su belleza.
No sorprende entonces que el insulto de “gorda” sea tan hiriente para cualquier dama. Y tampoco que los casos de bulimia, anorexia y otros trastornos alimenticios sean más comunes en mujeres que en hombres.
Por otro lado, a los hombres no parecería molestarles esa cuestión o al menos no a la misma escala. El apodo de “gordo” es en términos coloquiales, más amistoso que ofensivo. A los hombres no les molesta mostrar la panza cuando llevan algunos kilos de sobrepeso o han aumentado el diámetro de su cintura (de nuevo, no en la misma escala que en el género femenino).
Entonces ¿Qué le duele a los hombres? Que duden de su sexualidad. Los varones tratan constantemente de demostrar su posición sexual o, en su defecto, de negar su inclinación por la contraria. Nótese las clásicas competencias por la longitud del miembro, la precocidad en la perdida de la virginidad, el número de parejas que se han tenido, son temas recurrentes en las conversaciones.
El insulto más efectivo entre hombres será el que logre este objetivo. “Puto”, “trolo”, “pijicorto”, entre muchos otros son siempre más hirientes que “tonto”, “estúpido” o “gordo”.
Del otro lado, las mujeres parecerían ser más abiertas con respecto a su sexualidad. Además de que el número estimado de bisexuales es más amplio entre las mujeres, incluso entre las propias heterosexuales hay indicios de ambigüedad que serían impensables entre los heterosexuales.
Dos muchachas heterosexuales y sin ninguna duda sobre esto podrían caminar tomadas de las manos, bañarse en la misma ducha, abrazarse en público sin despertar ninguna controversia. En cambio, entre hombres heterosexuales (variando el extremismo o liviandad de los terceros) pueden recibir respuestas denigrantes o incluso sentirse incómodos ellos mismos.
Al igual que las mujeres tiene trastornos alimenticios, en el caso de los hombres se genera una reprimenda personal en lo que es admitir su sexualidad.
¿Por qué es así? Posiblemente sea porque las mujeres superan en número a los hombres en proporción de 1 a 5. Quizás psicológico-subconscientemente el género masculino a tomar esa actitud sexual y al femenino a no tomarla, pero a tomar otra referida al ámbito fisiológico. Quizás, pero es solo una teoría. Quizás solo somos lo que somos y no deberíamos tener vergüenza ni avergonzar a nadie.
1 comentario:
Escribiste un artículo con muchas verdades, lo que no sé es que te impulsó a escribir eso. Voy a pegarle una leída al blog, parece interesante.
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